Las felaciones sociales.



Por mi ya, que arda la lluvia...


Píntate los labios rojos. Y las uñas. A juego con la pasión que llevas escondida y que no te han dejado mostrar antes. Ponte doble máscara en las pestañas. Que resalten tus intenciones por encima de todo. Que se vean venir. Deja un poco abierto tu escote. Así sabrán que no eres mujer que esconda la palabra detrás de silencios. Y súbete a unos tacones. Que nadie ose a no llegarte a la suela de tus zapatos. Mira disparando. Observando. Que con solo echar un vistazo seas capaz de saber en qué terreno vas a empezar la batalla. Y disimula. Pide una copa de vino. Blanco. Como quieres dejarle los ojos a tu contrincante.

Esto es la guerra. Lo sé. Y no soy yo quien la ha iniciado. ¿Quién en su sano juicio iba a pensar que, iba a lanzar la ropa al aire y no iba a venir nadie a recogerla? 

Era un día cualquiera. Aunque tú si sabes a qué lunes me refiero. Había imaginado que posiblemente, después de tus idas y venidas, de tus subidas y bajadas, un mensaje podría despertar el ánimo dormido. O ese que tú me habías mostrado cuando estabas intermitente, como la vela que me acompaña esta tarde. 

Odio las intermitencias. Son como las luces de emergencia. Te avisan de algo. 

"Sólo quería decirte que he imaginado tus manos subiendo por mi espalda. Sintiéndote detrás de mí. Notando tu respiración en mi oído. Tus labios danzando por mi cuello provocando oleadas de calor por todo mi cuerpo. Tus dedos rozando mis labios. Con ganas de morder. De que dejes de una vez la maldita mente en blanco y me hagas de nuevo tuya. Si. Sentirte de nuevo. Encima de ti. Viendo cómo tu cara se transforma. Los ojos se cierran. El resto del cuerpo se va abandonando al placer. A ese tiempo sin reloj. Tu erección la voy notando en el muslo. La respiración se acelera. Te veo indefenso. Te sobra la ropa. Las lenguas se van rozando cada vez con mayor intensidad. Tuya. ¿Recuerdas? Mío. Entero. Las ansias. Gemidos. El cabecero de tu cama contra la pared. Cada vez a un mayor ritmo. El deseo. Las ganas. Yo primero. Tú después. Me agarras con tus manos la cadera. Los pechos. ¿Te estás acordando? Yo de ti también. Noto el orgasmo recorriendo desde la punta de los dedos de los pies hasta el último pelo. ¿Deseo? Pídeme y seamos uno otra vez..."

Pondría la mano sobre tu rodilla sabiendo que muchos hombres habrían deseado (y lo piensan ahora) haber recibido ese mensaje. 

Me vestí de negro porque estiliza las pasiones. Recogí en el bolso todos y cada uno de los ofrecimientos que te hice. 

Esperé a que el camarero se acercara y me preguntara qué quería. Pero sabía que nada de lo que me ofreciera era lo que yo deseaba. Ni lo de fuera de carta.

Relaciones esporádicas. Relaciones de quita y pon. Relaciones pasajeras. Amantes por horas. 
Novios de rutina. Maridos y Mujeres de acción sin devoción. Ex que vuelven. Posibles parejas que se van sin una oportunidad dada.
Canciones que se dedican porque mejor que lo digan otros por mí. Me gustas pero "Next". 
Te beso pero como judas. Me acuesto contigo y me levanto con otra. 
Tríos de amor. Amores políglotas en orgías sentimentales. 
Satisfayer de mañana. Orgasmo de media tarde con pensamientos impuros. Tocamientos nocturnos para quedarnos dormidos y que mañana sea otro día.

Felaciones sociales. Contactos con profilácticos en el corazón pero de erecciones fáciles. Quedamos pero como amigos. Follamigos con contrato ante notario. Sumisión en el colchón pero no en los sentimientos. Dominatrix de boquilla, que a la mínima de cambio cambia el látigo por el sofá y una película de amor. Amaters con más experiencia que tu y que yo. Intercambios de parejas a golpe de clic. Follar le queda grande a quien hace el amor sin querer. 

Quieto. No te muevas. Calla. No digas más. Lo sé. Cierra los ojos. 

¿Deseo? Pídeme y seamos dos en vez de tres. 


I. 


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