La solidaridad en tiempos de crisis
“Mucha gente pequeña,
En lugares pequeños,
Haciendo cosas pequeñas,
Puede cambiar el mundo”
Eduardo Galeano.
Feliz día,
Intento no emocionarme mientras estoy escribiendo este post hoy. Pero la verdad es que con todos estos días de encierro obligado #yomequedoencasa y los aplausos de cada tarde a las 20:00h estoy experimentando muchas sensaciones y emociones que o bien hacía mucho no sentía o son completamente nuevas.
Entre unas cosas y otras estoy dándome cuenta de que todos tenemos dos vidas: la de dentro y la de fuera. Esto no es nuevo. Siempre lo he mantenido. Sin embargo, ahora, lo he visto más claro que nunca.
Posiblemente, esa persona que sale a la calle, la que casi todo el mundo conoce es diferente a la que te encuentras al llegar a casa, cuando te quitas los zapatos y te escuchas en silencio. Da igual si vives sola o con más gente. Todas las personas experimentamos esa soledad silenciosa que nos transforma. Nos da miedo escuchar los ruidos que de algún modo, nos acompañan en nuestro día a día y que por rutina, pasamos de largo.
Si hay una cosa que me ha llamado poderosamente la atención es la gran iniciativa que ha ido surgiendo (y que seguro serán muchas más) a lo largo de estos días de encierro.
La gran mayoría, confinados, sentimos que los días pesan. Que lo que vimos como oportunidad empieza a agobiarnos. Y los que están fuera por necesidad quieren estar en sus casas. El ser humano, siempre así.
En cada aplauso, reconozco que va una parte de mis ganas de hablar con todas esas personas que están al otro lado del muro. De sentir que conecto con las muchas almas que sienten en diferentes partes del día todo lo que siento yo aunque no lo diga. De que esos ánimos son compartidos. Que esto que se ha creado, ESTO, sea al final más grande que el propio bicho, que los propios miedos y que las dudas que sobrevuelan por nuestra cabeza una vez que digan que podemos abrir la puerta. Sé que lo haremos, pero que muchos habremos dejado atrás a ese otro YO.
No me gusta pensar en el futuro cuando ahora, no existe. Tampoco me voy a agobiar con algo que no se puede predecir a ciencia cierta. Pero sí puedo decir que hoy, en estos días que llevamos, he visto una gran ola de solidaridad, empezando por aquellas personas que a pesar de morirse de ganas por salir, lo hacen lo justo y necesario, sin picaresca, sabiendo que es lo mejor para todos. Por esos profesionales del sector que sea que trabajan sin descanso por hacer su trabajo de la mejor forma posible. Por esas pequeñas y medianas empresas que no saben a lo que se enfrentan. Y por las que se han reinventado poniendo a nuestra disposición todo lo que saben y tienen. Clases on line para pequeños y grandes. Por todos los que animan desde sus casas con humor. Los que nos mantienen en forma física y mentalmente. Por las canciones y poemas que nos llenan de esperanza. Por quienes crean arte en tiempos oscuros. Por lo que investigan sin tregua. Por quienes donan un poquito de su dinero y/o tiempo en luchar contra un enemigo común. Son tantas las cosas bonitas que se están creando que sería casi imposible enumerarlo todo. Pero también os digo que nada de eso se va a perder.
El mundo, en general, ha parado. Nos hemos paralizado. Y sin embargo la naturaleza sigue su curso. Nos está dando toda una lección. Ahora somos capaces de mirar ahí fuera y pensar en lo que haremos. En cómo disfrutaremos. En quiénes seremos cuando podamos hacer esa "Vida normal" que tanto estamos echando de menos.
Todos somos uno. En esta tierra ahora nos pertenecemos los unos a los otros. Porque lo que uno hace, está conectado con el otro. Sí. Nadie es sin que otro también sea.
Para terminar el post de hoy, os dejo con un proverbio precioso de origen chino.
Con amor,
I.
Entre unas cosas y otras estoy dándome cuenta de que todos tenemos dos vidas: la de dentro y la de fuera. Esto no es nuevo. Siempre lo he mantenido. Sin embargo, ahora, lo he visto más claro que nunca.
Posiblemente, esa persona que sale a la calle, la que casi todo el mundo conoce es diferente a la que te encuentras al llegar a casa, cuando te quitas los zapatos y te escuchas en silencio. Da igual si vives sola o con más gente. Todas las personas experimentamos esa soledad silenciosa que nos transforma. Nos da miedo escuchar los ruidos que de algún modo, nos acompañan en nuestro día a día y que por rutina, pasamos de largo.
Si hay una cosa que me ha llamado poderosamente la atención es la gran iniciativa que ha ido surgiendo (y que seguro serán muchas más) a lo largo de estos días de encierro.
La gran mayoría, confinados, sentimos que los días pesan. Que lo que vimos como oportunidad empieza a agobiarnos. Y los que están fuera por necesidad quieren estar en sus casas. El ser humano, siempre así.
En cada aplauso, reconozco que va una parte de mis ganas de hablar con todas esas personas que están al otro lado del muro. De sentir que conecto con las muchas almas que sienten en diferentes partes del día todo lo que siento yo aunque no lo diga. De que esos ánimos son compartidos. Que esto que se ha creado, ESTO, sea al final más grande que el propio bicho, que los propios miedos y que las dudas que sobrevuelan por nuestra cabeza una vez que digan que podemos abrir la puerta. Sé que lo haremos, pero que muchos habremos dejado atrás a ese otro YO.
No me gusta pensar en el futuro cuando ahora, no existe. Tampoco me voy a agobiar con algo que no se puede predecir a ciencia cierta. Pero sí puedo decir que hoy, en estos días que llevamos, he visto una gran ola de solidaridad, empezando por aquellas personas que a pesar de morirse de ganas por salir, lo hacen lo justo y necesario, sin picaresca, sabiendo que es lo mejor para todos. Por esos profesionales del sector que sea que trabajan sin descanso por hacer su trabajo de la mejor forma posible. Por esas pequeñas y medianas empresas que no saben a lo que se enfrentan. Y por las que se han reinventado poniendo a nuestra disposición todo lo que saben y tienen. Clases on line para pequeños y grandes. Por todos los que animan desde sus casas con humor. Los que nos mantienen en forma física y mentalmente. Por las canciones y poemas que nos llenan de esperanza. Por quienes crean arte en tiempos oscuros. Por lo que investigan sin tregua. Por quienes donan un poquito de su dinero y/o tiempo en luchar contra un enemigo común. Son tantas las cosas bonitas que se están creando que sería casi imposible enumerarlo todo. Pero también os digo que nada de eso se va a perder.
El mundo, en general, ha parado. Nos hemos paralizado. Y sin embargo la naturaleza sigue su curso. Nos está dando toda una lección. Ahora somos capaces de mirar ahí fuera y pensar en lo que haremos. En cómo disfrutaremos. En quiénes seremos cuando podamos hacer esa "Vida normal" que tanto estamos echando de menos.
Todos somos uno. En esta tierra ahora nos pertenecemos los unos a los otros. Porque lo que uno hace, está conectado con el otro. Sí. Nadie es sin que otro también sea.
Para terminar el post de hoy, os dejo con un proverbio precioso de origen chino.
Con amor,
I.
El leve aleteo de las alas de una mariposa
se puede sentir al otro lado del mundo.
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