Sexo, Mentiras y Mensajes de Audio.



Pensamos demasiado y sentimos muy poco 
(El Gran Dictador)


Hoy os escribo de noche aunque muchos lo leeréis de día. 

En esta época donde una amplia mayoría se conforma con relaciones de usar y tirar, donde vivimos prácticamente en lo instantáneo, en el que le ponemos un preservativo a la razón para no sufrir pero dejamos que nos follen los sentimientos sin miramiento, veo que al final, conforme van pasando los años y las relaciones de quienes me rodean hay un denominador común: volatilidad. 

Sí. Como los estados de WhastsApp que son más indirectas que otra cosa. O las historias de Instagram que subimos para que “ESA” persona lo vea. Y buscamos entre todos esperando encontrarle. Y cuando está ahí, cuando nos cercioramos de que lo ha visto, sonreímos. Nuestra venganza se ha cumplido. ¿Y?

La felicidad es un filtro de los muchos que cualquier aplicación puede ofrecernos. Pero la vida real no  los tiene así. Casi es imposible usarlos con tanta frecuencia. Y tenemos que lidiar con los espacios en blanco, con las conversaciones de idas y venidas. Con encuentros que se quedan sin conexión. Es algo así como un mundo virtual donde lo real a duras penas lo vemos. Donde nos sentimos tan cómodos que necesitamos estar expresando al resto del mundo qué hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. Aunque una vez llegados a casa se nos caiga la cama encima cuando nos echamos sobre ella. Da igual si es de 1,50cm u 85cm que siempre tendrás sitio de sobra para que te abracen tus miedos y recordar lo que pudo haber sido y no fue.

Reconozco que conformarse hoy día casi parece una victoria. Puede que tengas trabajo. No es el que te gustaría. Pero te conformas porque te pagan. Puede que tengas un piso. Quizás no el que te gustaría. Pero te conformas porque es el que te puedes permitir. Quizás tienes una pareja. No es la persona que hubieras deseado. Pero te conformas. Lo haces porque los otros que hubo antes de él o ella te hicieron daño. O te dejaron. O simplemente sí: te dejaste llevar. Y dejarse querer al final, es una de las mejores opciones que podemos tener cuando pensamos que no hay muchas más manos en la partida.

Lo mantengo. Todo es aplicable a hombres y mujeres con cualquier tipo de relación que tengan.
Los hay que no superan su relación anterior y van dando tumbos. Los que tienen miedo a que les hagan daño y van buscando alguien que siga martirizándoles. También los que necesitan que les calmen el ego. O los que están por horas. Hay una larga lista interminable. Al final, terminamos ahí, en un saco, todos mezclados unos con otros. Somos un auténtico cóctel. Una orgía de sentimientos encontrados y desconcentrados. 

En una conversación que tuvimos el otro día mis amigas y yo, salió a relucir el “cuando es el hombre/mujer de tu vida, lo sabes”. Y creedme. Me quedé pensándolo durante un buen rato. ¿De verdad? ¿Qué sabes? ¿Cómo podemos estar tan seguros de que hay una única persona en el mundo de entre las muchas que existen, que parece estar destinada para ti? Porque yo sinceramente creo que no lo sé. No tengo ni la más remota idea. Y a lo mejor ese es el problema. Quién sabe.

Hay un mundo entorno al Sexo. Y a veces sólo con un movimiento de dedo. Da igual si fingimos amor a cambio de un rato de placer y luego desaparecemos. O directamente decimos que es lo único que buscamos en este momento. Por aquello de no caer en la tentación de enamorarnos. Da igual si somos fantasmas o seres en carne y hueso. Da igual si eres hombre o mujer. Lo único que cabe preguntarse entonces es, ¿de qué queremos saciarnos realmente?

¿Cuál es el propósito de mentir? ¿A quién le mentimos realmente? ¿Por qué nos cuesta tanto decir la verdad? ¿Y por qué una vez nos la dicen, nos cuesta tanto asumirla?

Son infinidad las palabras que nos dedicamos a lo largo de la vida. Conversaciones, capturas de pantalla, mensajes de audio y noches sin dormir. Hombres y mujeres pasamos muchas horas de nuestra vida a esa cuestiones sin respuesta aparente. A ese cambio de actitud en la otra persona sin una evidencia clara. A ese "mutis por el foro" cuando en apariencia todo parecía estar tan bien. Al final, todos somos un claro ejemplo de incontinencia verbal y de ansias magnificadas cuando lo que deseamos lo queremos ya.

Da igual si son en modo de directa o indirecta. Si vienen del chico de al lado o del que te presentaron en una ocasión. Da la mismo si es la mujer que siempre habías soñado pero piensas que eres uno más del montón y que te va a hacer sufrir. O si es el hombre ideal pero resulta que lleva gafas. O si hay conexión pero vive a unos cuanto metros más allá de los que no te quieres mover. Y da igual si tienes pareja. O si no la tienes pero te gustaría. Tu necesitas sentir la llama del principio. Y el tonteo hormigueo del estómago. Y da igual si no tienes a nadie a la vista. Sabes que te gustaría recibir ese mensaje especial de buenas noches. Y ese roce fortuito de unas manos que se buscan intencionadamente. O si el cuello está preparado para que el vampiro particular de turno clave sus besos y te dejes llevar.

Siempre buscamos la excusa perfecta para boicotearnos. Somos expertos y expertas en ello.  Y también tenemos un máster en "Consejos vendo y para mí no tengo". De ello, hay infinitos mensajes de audio en grupos de WhastApp o en privados. Dudas, consultas, desahogos... Da igual. Al final no importa tanto lo que te digan los demás porque si quieres darte un golpe contra la pared lo vas a hacer. Y si, puede que al final termines tomándote una copa con el morado que te ha salido. Quien sabe. A lo mejor es el inicio de una bonita amistad...

Ojalá mirar la vida sin tanto filtro. Y hablar sin tantas trabas en la lengua. El mundo no se acaba. Es que hay que seguir dándole cuerda. Demasiado spoiler para tan poca historia. Y yo ya, estoy inventándome otra.

Nos leemos en breve. Con amor,

I.






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