Tempus Fugit



Cinco minutos bastan para soñar toda una vida,
así de relativo es el tiempo.
Mario Benedetti.


Yo no sé si es mi impresión o es que realmente el tiempo pasa más rápido de lo que me gustaría.

En parte quiero creer que es buena señal. Sólo hay que pensar en esos días en los que los cinco minutos se hacen eternos para imaginar si fuera así continuamente.

Si en el anterior post os hablé de las palabras (puedes leerlo aquí), hoy quiero centrarme en el tiempo. Y sin duda, para mí, es una de las cosas que no vuelve. El tiempo, al igual que la vida, sólo tiene sentido si se vive y se toma consciencia hacia adelante.

Es cierto que conforme vas madurando, comprendes que la linea del tiempo es limitada. Y empiezas a agobiarte porque somos así. A mi me pasa. 

Planeas muchas cosas, te comparas, comparas a los demás, quieres ir más rápido y otras veces te resistes a ir tan despacio. Una marea de dudas se apodera de tu mente y tu corazón late a destiempo imaginando todo lo que quieres y no alcanzas. O todo lo que te ha atropellado tan rápido.

Creo, en el fondo, que nos hemos olvidado de vivir en muchas ocasiones. Somos tiempo. Vivimos en el tiempo. El tiempo nos contiene a nosotros. Y al final, vemos los días pasar, agobiados por ese futuro tan incierto a veces, tan lejano. El que creemos que nos toca por contrato, pero no nos pertenece.

No somos ni más ni menos que aquello que hacemos con lo que somos. Donde estemos. Con lo que nos ha tocado vivir. 
Y habrá veces que estemos tan felices que nos sintamos plenos. Pero otros, sólo veremos lo negro, lo gris, las dudas y los fantasmas que nos acompañan y hacen que perdamos la perspectiva. Algo así como sentirte en mitad de alta mar con muchos frentes abiertos.

Parece que nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de mensajes positivos, como si todo tuviera una máscara o filtro que hiciera verlo más bonito. Como si en el fondo nos sintiéramos culpable de no poder llegar a aquello a lo que nos "obligan". Como si tuviéramos que vivir en el optimismo constante.

Pero no, está bien poder decir: "hasta aquí". Y poder sentarte y respirar. Saber a dónde quieres dirigirte. O coger el timón de tu vida hacia otro lado, porque allí donde vas, no forma parte de ti o quieres conocer otros límites.

He de reconocer que me ha costado mucho tiempo aprender que la vida no es un guion. Yo, que vivo pegada al teclado escribiendo. Imaginando vidas y situaciones. No. No puedo ir planeando mi vida porque se basa en la improvisación. Como si nos avisara de dónde o cómo tienes que ir. Y no la puedes forzar. Aprender a fluir es parte de este juego de la vida.

¿Pero lo que hago con mi tiempo, 
determina lo que hago con mi vida?

Considero que en parte sí. Los hay que cuando vemos espacios en blanco en la agenda nos agobiamos. Y sin embargo otros días los buscamos a la desesperada, intentando disfrutar al máximo de esa soledad buscada.
Pero la soledad impuesta... Es el peor fantasma que acompaña al ser humano.

Allí donde centras tu atención, provoca en el cerebro una reacción. Y es que se la termina creyendo. ¿No te ha pasado que estabas pensando que te ibas a caer y al final te caíste? El cerebro ya lo sabía antes que tu. ¿lo escuchaste?

El tiempo vuela, sí. Y no, no eres el piloto. El piloto es la vida. Ella se va encargando de ir marcando tus tiempos. Hay veces que estás en sintonía, pero otras veces, huyes. ¿Y si aprendemos a disfrutar del viaje con todo lo que podemos aprender?

Así que, vive. Aprovecha cada segundo. Nunca el tiempo es perdido. Incluso en esas situaciones en las que deseas cerrar los ojos y que pasen los días. Todo te puede estar ayudando aunque no te des cuenta.

Todo puede servirte para darte ese empujón. Como leí una vez: "No dejes que nada te desanime, porque hasta una patada en el culo, te empuja hacia adelante".

Nos leemos la semana que viene. Disfrutad de cada segundo, a vuestra manera.

I.


Comentarios

Entradas populares