Tras la tormenta llega la calma.
“- Estoy perdida. ¿Eso tiene arreglo?
– No. Sí. Ya se arreglará.
– ¿De veras? Fíjate en ti.
– Gracias. Cuánto más sabes quien eres y lo que quieres, menos te afectan las cosas.»
Lost in Traslation
Feliz sábado!
Hoy os escribo desde Madrid. Uno de los sitos en los que es fácil perderse entre tanta gente. ¿Quién quieres ser? ¿Invisible? ¿Lo que no te permites en otro sitio? ¿Aquello de lo que huyes? ¿Tú?
Me ha sorprendido ver la cantidad de visualizaciones y lecturas que ha tenido el último post (puedes volver a leerlo aquí) en el que hablaba sobre las decepciones y rupturas. Y ello me ha hecho pensar. Mucho.
¿Cuánto miedo tenemos? ¿Cuánto nos duele el dejar de amar? ¿Sentir de más cuando debemos sentir de menos? ¿O cuando no queremos? ¿Cuánto nos fastidia la actitud o falta de ella en la otra persona? ¿Hasta dónde están actuando los sentimientos y hasta dónde el ego? Porque sí, hay que saber diferenciarlo. Muchas preguntas, ¿verdad?
Creo que hay un común denominador en todo ello: a la mínima de cambio, cuando sucede algo que tambalea un poco nuestros cimientos, esa rutina (da igual de qué) a la que estábamos acostumbrados/as, nos dan ganas de huir. Da igual si se trata de un trabajo nuevo, una relación fallida, un cambio de casa-ciudad, o una soledad prolongada en el tiempo. Huir como respuesta.
Cada persona tiene sus propios mecanismos de respuesta. O de defensa. ¿Nos protegemos de los demás o de nosotros mismos? Quizás tú tengas la respuesta o la estés buscando aún.
Mucho se dice de "el tiempo todo lo cura". No. Nada más lejos de la realidad. Lo hace el tener paciencia, reflexionar y sobretodo, tomar consciencia.
Todos tenemos momentos de bajón, de debilidad. Y de dudar mucho. De pensar que no vamos a ser capaces. O de que eso nos sobrepasa. O que no vamos a tener fuerzas.
Repara en la edad que tienes. ¿Cuánto has superado? Seguro más de lo que creías. Y si aún estás tumbado, piensa que más abajo no vas a llegar. Si te estás poniendo en pie, estás mejor que antes. Y si ya estás caminando... Sigue.
El miedo suele ser un compañero de viaje temerario. Pero hace compañía, ¿verdad? Leí una vez en un sobre de azucarillo (filosofía de la vida edulcorada para lo cotidiano): "La mejor maestra en la vida es la experiencia. Te cobra caro, pero explica bien".
Da igual. En serio. Disfruta de la vida. De los días esos en los que no te aguantas solo/a. Ten a tu alrededor gente que te sume y hazles ver que son importantes. Con gestos. Con palabras. Y si necesitas salir, vete. Y si necesitas un abrazo, pídelo.
Que estamos de paso. Que todo pasa. Que todos pasamos.
Disfrutad del finde. Y de cualquier día. Que los días, por fortuna, para lo bueno y malo, son irrepetibles.
Con amor. Del bueno. Del que llena de verdad,
I.
¿Cuánto miedo tenemos? ¿Cuánto nos duele el dejar de amar? ¿Sentir de más cuando debemos sentir de menos? ¿O cuando no queremos? ¿Cuánto nos fastidia la actitud o falta de ella en la otra persona? ¿Hasta dónde están actuando los sentimientos y hasta dónde el ego? Porque sí, hay que saber diferenciarlo. Muchas preguntas, ¿verdad?
Creo que hay un común denominador en todo ello: a la mínima de cambio, cuando sucede algo que tambalea un poco nuestros cimientos, esa rutina (da igual de qué) a la que estábamos acostumbrados/as, nos dan ganas de huir. Da igual si se trata de un trabajo nuevo, una relación fallida, un cambio de casa-ciudad, o una soledad prolongada en el tiempo. Huir como respuesta.
Cada persona tiene sus propios mecanismos de respuesta. O de defensa. ¿Nos protegemos de los demás o de nosotros mismos? Quizás tú tengas la respuesta o la estés buscando aún.
Mucho se dice de "el tiempo todo lo cura". No. Nada más lejos de la realidad. Lo hace el tener paciencia, reflexionar y sobretodo, tomar consciencia.
Aunque haya titulado el post "tras la tormenta llega la calma" no siempre es así. Porque de todos es sabido las consecuencias que traen las tormentas. Si quieres, puede ello servirte de impulso para mejorar, quererte un poco más y hacer balance de qué es lo que realmente quieres, qué es lo que tienes y qué quieres conseguir.
Todos tenemos momentos de bajón, de debilidad. Y de dudar mucho. De pensar que no vamos a ser capaces. O de que eso nos sobrepasa. O que no vamos a tener fuerzas.
Repara en la edad que tienes. ¿Cuánto has superado? Seguro más de lo que creías. Y si aún estás tumbado, piensa que más abajo no vas a llegar. Si te estás poniendo en pie, estás mejor que antes. Y si ya estás caminando... Sigue.
El miedo suele ser un compañero de viaje temerario. Pero hace compañía, ¿verdad? Leí una vez en un sobre de azucarillo (filosofía de la vida edulcorada para lo cotidiano): "La mejor maestra en la vida es la experiencia. Te cobra caro, pero explica bien".
Da igual. En serio. Disfruta de la vida. De los días esos en los que no te aguantas solo/a. Ten a tu alrededor gente que te sume y hazles ver que son importantes. Con gestos. Con palabras. Y si necesitas salir, vete. Y si necesitas un abrazo, pídelo.
Que estamos de paso. Que todo pasa. Que todos pasamos.
Disfrutad del finde. Y de cualquier día. Que los días, por fortuna, para lo bueno y malo, son irrepetibles.
Con amor. Del bueno. Del que llena de verdad,
I.
Mi pieza musical que acompaña el post de hoy.
Old soul, your wounds they show
I know you have never felt so alone
But hold on, head up, be strong
Oh hold on, hold on until you hear them come
Here they come, oh...
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