Fluir para encontar el camino




“Sé como el agua, 
Que fluye en el mar,
Abriéndose paso a todo,
A todo lo que se interpone en su camino”

Hola de nuevo!

Quiero empezar el post de hoy con una reflexión que tuve el otro día: Veréis, hasta en el más recóndito lugar donde no entre la luz, ahí puede entrar un rayo de luz, si alguien nos abre un hueco o nosotros hacemos una grieta. 

Llevo un tiempo sintiendo un cambio. Y como todo en la vida, esos cambios o transformaciones, vienen acompañados de aprendizaje, que vienen de dentro, porque nos hemos dado cuenta que ya, no somos esa persona que creíamos. En ocasiones ese cambio es gradual y en otros viene en forma de sacudida.

He aprendido a cerrar heridas. Porque hay personas que nos acompañan en este camino y nos decepcionan, nos defraudan o no son como pensábamos que serían. Pero todos ellos, nos han enseñado a querernos más, a ver la vida con otros ojos, a tener esperanza en nosotros mismos. Nos enseñan. De todo se aprende.

Porque en la vida, no todo es como queremos que sea, todo cambia y todo fluye y quedarnos en una determinada situación, con una determinada persona o con una determinada actuación, hace que no podamos avanzar y ver más allá lo mucho que nos queda por aprender. Lo mucho que nos queda por ser.

¿No te has parado a pensar en que hay ocasiones en las que piensas en algo y al final, te sucede? Obviamente no hablo de cosas externas a nosotros (como que nos toque la lotería, donde influye mucho el factor suerte), sino que dependen de nosotros. Y aunque cueste pensar que puede ser cierto, cuando te predispones a conseguir algo, terminas por atraerlo a tu vida. 

Por eso, tanto lo bueno que quieras en tu vida, como aquello en lo que concentras tus energías, es de lo que te llenas. Si fluyes hacia lo que te satisface, hacia lo que te hace sentir bien, donde realmente te sientes “en casa”,  concentras mucha energía y fuerza alrededor de ello. Y tarde o temprano aparece. Y si no lo hace, ten por seguro que de algún modo, no tendría que ser.

No se trata de ser conformistas, o de no pensar las cosas, dejando que actúe “la providencia”. Se trata de dejar fluir, de no forzar las cosas en exceso, ni las relaciones, ni las situaciones. Simplemente de hacer que las cosas sigan su curso, de no hacerlo “porque es lo que toca” o “porque es lo que se espera de mí” o incluso “porque el tiempo pasa volando y si no lo hago ahora, cuándo...” 

Dejar fluir es ser conscientes de que ahora, estamos viviendo esto. “Esto” es lo que ahora tenermos que hacer. Si nos gusta, disfrutarlo, y si no, pues dejar que pase, aprendiendo a hacernos más fuertes a las adversidades, más resistentes a las inclemencias y más sabios sobre lo que queremos y no en nuestra vida.

No podemos aferrarnos a nada, todos y todo está de paso. Es una cuestión de ley de vida y por ello, debemos ser como el agua, por eso debemos aprender a fluir. 

Que todo en vuestra vida fluya. Abrid los ojos, respirad y dejad que lo que está a vuestro alredor, forme parte de vosotros. Formad parte de lo que os rodea. 

Con amor, 

Inma.


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