Renacer


“Cómo podrías renacer 
sin antes haber quedado reducido a cenizas”
Nietszche

Feliz comienzo de Abril, domingo. Parece que la primavera, se va instalando poco a poco y es de agradecer. Pasear por el campo y comprobar que las florecitas ya asoman sus tímidos pétalos, el regreso de los pájaros a tierras más cálidas y la vida, haciéndose paso entre el quebradizo invierno, el calor derritiendo el frío hielo que en ocasiones nos envuelve en forma de capa, para evitar que lleguen al fondo de nuestro corazón. Ese músculo tan delicado y a la vez tan frágil, que nos mantiene vivos.

Esta estación tiene también sus cambios y es la estación del renacimiento. Porque nos olvidamos que cada día estamos haciendo algo que nos transforma, que nos cambia, aunque sea mínimamente. No somos conscientes de ese tremendo florecer en nuestra cotidianidad, por muy repetido que sea lo que hacemos y muy aprendido que nos tengamos lo que solemos hacer cada día. Sólo hace falta un segundo para comprobar que quizás, no eres la misma persona que hace una semana. Posiblemente hayas aprendido algo que no sabías, hayas visto a alguien que hacia mucho no veías, has hablado algo que te ha hecho saltar un clic dentro, o simplemente, un golpe con un cajón, te ha provocado un traumatismo diminuto que hace exactamente una semana, no tenías. 

Nuestros pensamientos, al igual que nuestro cuerpo, van cambiando. Y estamos tan hechos a vernos en el espejo continuamente que no lo apreciamos. 

Hay algo curioso que relacionado con lo que estoy comentando, me ha venido a la mente. Suele pasar que decimos las cosas sin saber las consecuencias que tienen, porque posiblemente, es una “coletilla” que nos hemos aprendido y la decimos por decir. Cuando conocemos a alguien que nos ha  resultado tremendamente encantador/a y que además tiene mucho en común con nosotros, solemos soltar eso de “ojalá no cambies nunca”. 

¡Pero si estamos en continuo cambio! Está claro que lo decimos porque nos gusta tal y como es. Pero pretender que alguien continue con el paso del tiempo, inalterable, con la misma forma de pensar y de igual modo, es condenarle al mayor de los fracasos.

No es algo radical. Pero cada día que amanece nos hace transformarnos. Un paso más, un destino diferente, una noticia distinta, una palabra que nos hace cuestionarnos mil preguntas que de otro modo, nunca hubiera sido posible. No me refiero a que alguien que piense blanco se cambie al negro. Pero pueden encontrar diferentes matices de grises que de otro modo, no sabría que existían.

Somos cambio. Somos vida. Y por eso, estamos cada día renaciendo. Con cada amanecer quizás una ínfima parte, apenas inapreciable, ha muerto y se ha despertado algo que no sabíamos que existía. No es fácil de asumir porque simplemente, nos dejamos arrastrar cada día con una rutina que ya nos sabemos. Deseamos que el tiempo pase pronto y hacerlo todo de la forma más rápida posible para volver de nuevo a ese espacio donde nos sentimos cómodos. 

Mírate al espejo. Ya no eres el mismo/a. Acumulas en tu ser experiencias, enseñanzas y vivencias que te han hecho ser lo que eres ahora. Y cuando vuelvas a mirarte, una parte de ti, habrá cambiado.

Mi reflexión de hoy viene precisamente porque hoy es domingo de resurrección. No voy a entrar en el ámbito religioso puesto que no es mi materia, pero sí en el ámbito del crecimiento personal. La vida no viene con manual de instrucciones. Todos aprendemos a base de ensayo y error. Los niños aprendemos a andar a base de caernos y volver a ponernos en pie. Hay días que son tan horrorosos que nos gustaría que no hayan existido, pero con el paso del tiempo, quedan ahí en la memoria como un pasaje más de nuestra vida. Estamos hechos de cicatrices, de palabras no dichas y de las que soltamos por la boca. 

Seguramente, si te paras a pensarlo un instante, has renacido muchas veces a lo largo de tu vida (quizás no tantas, pero lo has hecho). Todos lo hemos conseguido en algún momento, a pesar de pensar que sería imposible. Y es que no hay luz sin oscuridad.

Celebra cada día que has renacido. Se feliz, porque al final, lo que cuentan son los días que has vivido. Mis mejores deseos hoy y siempre. Feliz domingo!

Con amor,

Inma. 





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