Uno de esos días...


Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz. 
Leonard Cohen. 

Esos días. 

Esos martes que ansías lleguen a viernes. Esos viernes que quieres alargar hasta que el reloj dice basta.
Esas ganas de correr sin saber muy bien a dónde. De ir, aunque en el fondo te mueras de ganas por volver. 
Esas veces en las que sonríes aunque en tu corazón aún resuenan los cristales de la última vez que te lo partieron en trocitos.
Esas veces en las que te crees guerrera y no puedes ni salir de la cama. Sí. Esos días...

Sentir. Porque somos amalgamas de historias que nos han dejado huella, de las que nos han destrozado y de las que nos han hecho despertar de allá donde creíamos, no podríamos salir. 

Todo o nada. Como si en esta vida no existieran un amplio abanico de interjecciones que pudieran describirnos. Incluso en esos días en los que tenemos un nombre pero no recordamos nuestra identidad. Como si nos hubieran arrebatado las ganas de seguir. La tormenta encima de nuestra cabeza, y el resto, con un sol tan brillante que casi nos ciega. 

Qué difícil es erguirse diosa cuando son otros los que nos tienen en un altar. Qué difícil es decir que no, cuando te tatuarías que sí en cada poro de tu piel. Qué difícil, ¿no?

Los miedos que nos rondan galantes, cortejando cualquier atisbo de esperanza. 
Las alegrías que nos seducen y provocan saltos eufóricos que nos lanzan de cabeza a una piscina vacía.

A lo largo de estos años, he visto tanto y he sentido tan poco... ¿o fue al revés?

¡Qué fortuna la mía! 

Ser en esos días, la pequeña luz que ilumina a quienes creen vivir en una perpetua oscuridad.
Ser en esta vida tan corta, la mano que te acompaña hasta hacerte creer que puedes continuar sola, aunque nunca lo estarás.
Ser en estos momentos, esa guía que te mira de frente, te agarra fuerte y te sostiene cuando imaginas que los monstruos de los miedos, la incertidumbre o la desesperación te asfixian. Luchar contra ellos y reducirlos a la mínima expresión. 
Ser, simplemente. Porque muchas veces nos olvidamos. O queremos hacerlo. Y estamos en nuestro derecho. 

Qué difícil hacemos muchas veces lo sencillo. Qué distinto es ver el potencial de los demás y cuántas veces descuidamos el nuestro. Qué mágico que la casualidad nos enseñe que las causalidades siempre suelen ir acompañadas de un nombre.

Así que sí.

Hoy puede que sea uno de esos días. O puede que no. Puede que siempre sea hoy, cada día. 

Hoy, puedo ser la nieve que se derrite en tus dedos. O el último beso antes de acostarte.

Tal cual. Uno de esos días.




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