Transformación



Ya hemos estrenado el 2018, y aunque parezca mentira, todavía me cuesta pensar que  ya hemos cambiado de número. El tiempo se ha pasado volando y todavía tengo a lo lejos como un pequeño recuerdo del verano y de esas puestas de sol y aterdecer que me hacen sentirme viva.

Cada estación tiene algo especial, y el invierno, para mí, es ese momento de recogimiento, de cambio, de transformación. Aunque hace mucho frío y sólo apetece estar en casa, para mí, es el instante idóneo para encender por ejemplo alguna velita, poner un poco de incienso y sentarme a leer, escribir, ver alguna película o tener una agradable conversación. Perfecto cualquier plan que implique estar en  casa cocinando por ejemplo, o abrazados en el sofá. En las cosas simples están los detalles de la vida.
Sin duda, apetece estar más dentro que fuera.

Es como si la propia estación del inviernos nos dejara una pequeña lección: desprovistos de cualquier hoja, las ramas parecen desnudas, aunque dentro, sigue fluyendo la vida.

Así somos nosotros. Pensamos que llevamos mucho tiempo estancados en algo, realizando quizás un trabajo que no nos gusta, viviendo en una casa que no nos atrae demasiado, con una relación que parece no avanzar, pensamos que a lo mejor los hijos no nos hacen caso cuando se le dicen las cosas por su bien... Y así un largo etc que cada uno, en su reflexión interna, ha pensado en algún momento. Pensar en ello ya implica un cambio, una transformación. Os explico:

Considero que dentro de cada uno, hay diferentes semillas, que son regadas con vivencias, condicionantes de una familia, educación, entorno, sociedad, sentimientos etc. Conforme vamos “madurando” o dejando de hacerlo, esas semillas empiezan a florecer y es cuando vemos que quizás, eres esa flor extraña en medio de un bosque, o por el contrario, la espiga en un campo desierto. Vivimos influenciados por un medio, pero somos nosotros los que decidimos cuánto nos dejamos influenciar o cuánto aportamos nosotros (aunque no lo parezca) al medio en el que vivimos.

Si hago un ejercicio de reflexión interno y hago un blance de dónde me encuentro hoy, qué he aprendido, soy consciente de que he evolucionado, que me he transformado en una mujer distinta, con otros matices. Bien es cierto que todos lo hemos hecho, aunque no nos hayamos pensado a hacerlo.

Y es que creo, que cada persona tiene sus tiempos y por extensión, su elemento, ese que le hace sentirse cómodo. Como refleja la naturaleza, los cambios, surjen de dentro hacia fuera.

¿Siguen vuestros propósitos en pie? ¿Estáis en plena consecución de vuestro reto? Espero que sí! Nos leemos en breve!



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