De regresos...
Me apetecía y lo he vuelto a hacer. Parece mentira que desde 2015 haya cambiado tanto. Han sido dos años en los que todo ha dado un giro y nada mejor que ahora, en este Otoño algo primaveral, cuando he sentido la necesidad de volver a las letras, al blog y a compartir un trocito de mí con quien quiera leerme.
La venida del Otoño nos sirve cual natural moraleja, para comprobar que es necesario desprenderse de todo aquello que nos pesa. Aunque haya formado parte, hay cosas, personas, situaciones que en cierto modo no nos pertenecen y por ello, es necesario establecer un cambio, como cuando las preciosas hojas marrones con sus múltiples matices caen dejando al descubierto las ramas desnudas de los fuertes troncos. Y es que el árbol no es menos árbol sin ellas. Sin duda, en esencia, sigue siendo el mismo árbol, aunque su aspecto físico haya cambiado. Ello implica que en su interior, algo está evolucionando. Para poder dejar paso a las hojas nuevas, antes hay que dejar aquellas que ya no son.
El Otoño puede ser, sin lugar a dudas, la estación que más me gusta. Es una estación que me invita a la reflexión, a pensar en nuevos planes, en nuevas metas. Septiembre es como ese nuevo inicio del curso y ahora Octubre, es el mes de los ajustes, de ver hacia dónde nos dirigimos, hacia dónde vamos.
Se aproxima el mes de los Santos, la Navidad, el nuevo año... Siempre hay nuevos "comienzos" que podemos establecernos, nuevos libros que escribir, nuevas actividades que hacer. ¿Te has parado a pensar cuánto has cambiado desde que empezó el año? Somos constante cambio, evolución, pensamientos que nos rondan la cabeza, que nos completan. Aunque no lo hayamos pensado con determinación, ya no somos iguales. Nos movemos, somos vida.
Siempre es buen momento para regresar. Sobretodo si es porque ha llegado el momento de hacerlo. Os espero de nuevo por aquí, con un buen té y el olor a manzana asada con canela.
Besos,
Inma
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